El producto se concibe y ofrece como un gran espectáculo filmado en el anamórfico ultrascope (el cinemascope alemán), cuya puesta en escena, algo operística (el fantasma de Wagner sobrevuela el diseño de producción y el vestuario) e iluminación artificial de estudio nos recuerda los filmes de romanos y medievales de Anthony Mann (el referente hollywoodiense es permanente en ese momento de la producción alemana), dicho sea sin tono peyorativo, pues durante el visionado se tiene ocasión para reparar en que Reinl puede que no fuera precisamente un auteur pero de lo que no cabe duda es que sabía colocar la cámara y moverla, hasta el punto de despertarnos la nostalgia por un modo de rodar, de encuadrar, que hoy en día parece casi perdido, salvo honrosas excepciones, ante el advenimiento-obnubilación de la pérfida televisión. El film avanza a buen ritmo y Reinl sabe insuflar cierta esencia romántica (muy cara a su estilo) sin excentricidades, aunque con un criterio musical (responsabilidad de Rolf A. Wilhem) algo excesivo y molesto. Si bien la primera parte sirve para presentar los personajes y urdir una trama de tintes tan netamente trágicos como obvios (no puede conducir a nada bueno la frustración de Brunilda, enamorada de un Sigfrido en que la ingenuidad y la estupidez se confunden, viéndose forzada a casarse con el Rey Gunther, y a ver como el guerrero lo hace con Krimilda, hermana del monarca), la segunda, todavía más determinista, acontece en el palacio de Atila, con quien Krimilda se ha casado con el objetivo de vengarse de Hagen de Trojen, despiadado guerrero al servicio de Gunther y causante de la muerte de Sigfrido. Puede que sea característica del material legendario de los nórdicos, acaso menos dados a una moral absoluta, pero ciertamente se hace interesante reparar en que la práctica totalidad de los personajes se ubican entre los habituales extremos del bien y del mal; ninguno sobresale por una pureza de pensamiento y acción absolutos, ni siquiera aquellos que, como Krimilda, el propio Sigfrido, o el noble Gunther, diríase están llamados a jugar el papel de los buenos, lo cual habla muy a favor de los norsemen. Es en esta segunda parte, verdaderamente apocalíptica, donde Reinl logra probablemente lo mejor del film, con unas escenas de lucha tremendas entre burgundios y hunos que poco tienen que envidiar en efectividad, espectacularidad y gore a los choques armados que Peter Jackson elaboró para El señor de los anillos, cuya iconografía y sentido dantesco el film de Reinl nos recuerda en más de un momento, y sin habilidades digitales de por medio y sí con muchos extras. En suma, se trata de una propuesta curiosa que puede que nos cambie algún criterio formado en lo referente al cine espectacular del pasado. Acabemos recomendando a todos los interesados en el producto que lo disfruten en versión original con subtítulos. (Ignasi Juliachs)
ASÍ QUE TENDREMOS QUE RESUBIR LOS CONTENIDOS AL TIEMPO QUE SUBIMOS NUEVOS APORTES.
MIENTRAS DURE ESTA SITUACION ROGAMOS PACIENCIA Y BUENOS MODALES
ESTAMOS HACIENDO LO QUE PODEMOS